24 enero, 2014

El horizonte sembró palabras


Juan trabaja en el campo y como cada mañana se levanta temprano.
“Leticia cuánto te extraño”. Quiebra la tierra con el arado.
“Cada noche te escribo para tenerte cerca”. Va formando los surcos, arrugas de la tierra, bajo el sol silencioso que lo observa.
“Todo el tiempo te pienso, apoyada en mi pecho”. Esparce la esperanzadora semilla de la cosecha. “Resto los días para volverte a ver”…
El polvo y el cansancio indicaron que es hora del fin de la jornada, mientras el horizonte sembró palabras entre Juan y Leticia.

22 enero, 2014

¿Qué tipo de narrador eres?

Se denomina narrador, a la voz que cuenta y relata sucesos, historias o anécdotas (reales o ficticias), en cierto orden y con una determinada presentación.
A su vez, la palabra narrar proviene del latín narrare que significa contar o hacer conocer.
De acuerdo a la posición o punto de vista que tome el narrador, en líneas generales se clasifican en:
Se entiende como narrador a aquella persona que describe o cuenta algo, ya sean historia, hechos reales, cuentos, o cualquier cosa o situación que así lo amerite.

El narrador en primera persona: Es un observador. En este caso el narrador aporta información basado en su propia visión de los hechos. De acuerdo a su relación con lo contado puede ser:

  • Narrador-protagonista. Porque cuenta su propia historia o porque aporta un punto de vista subjetivo identificándose con alguno de los personajes. Ejemplo de este narrador sería un diario o una autobiografía. 
  • Narrador Testigo (presencial). Es un espectador de los hechos, sin ser el protagonista de la historia, es parte del relato pero en un papel secundario.
  • Monólogo interior. También conocido como flujo de conciencia es cuando se convierte el pensamiento en texto. (Ver también Mónologo interior)
El narrador en segunda persona: Es cuando cuenta la historia como si se la estuviese contando a sí mismo, sin identificarse con ningún personaje pero a su vez, es un tipo de narrador que busca la complicidad del lector.

El narrador de tercera persona: no interviene en la narración, es omnisciente y todo los sabe, desde las intenciones de los personajes, los sentimientos y pensamientos, las acciones o planes y lo que hacen los personajes. En este tipo de narración, el narrador sabe lo que va a pasar a continuación. En este estilo de voz, también se puede subdividir en:

  • Narrador omnisciente: Conoce todo respecto al mundo de la historia. Puede influir en el lector; expone los acontecimientos que se van desarrollando en la narración; se interna en los personajes. Utiliza la tercera persona del singular o plural.
  • Narrador testigo (impersonal): Cuenta en tiempo presente lo que sucede o ve pero sin ser un personaje de la historia, ni identificarse con ninguno de ellos.

20 enero, 2014

En la mitad de mi odio pensé que sin embargo era feliz


Me dijo que se iría a vivir sola y antes que pudiera decir nada acotó… vos a mi edad ya estabas esperándome a mí.
Y me vi embarazada, hablándole a una panza que crecía; reviví su nacimiento; sentí el dulce perfume de su piel. Y la volví a ver caminar y a perderse por caminar. Ella era independiente, como ahora y en esa independencia me dejaba. Y sentí odio y bronca, porque después del difícil camino recorrido, en el momento que necesitaba bajar un poco los brazos, para sentirme contenida por un adulto, ella decidía irse. En la mitad de mi odio pensé que sin embargo era feliz, porque le había dado las alas suficientes para volar, esperando que vuelva, aunque sea cada primavera, a posarse en el árbol que también le dio raíces.

18 enero, 2014

Sabor a mazapán


Emilia no tuvo esposo, ni hijos, ni familia, pero cada Navidad su hogar tiene sabor a mazapán. Las almendras tostadas, guardan el formato a piedras de su pasado, y ella las tritura, mientras tararea o canta. A este ingrediente le suma la misma dosis de azúcar y así es como Emilia endulza su destino. Muele los condimentos hasta formar una masa y de allí salen figuras divertidas, uniformes frutas, dóciles animales, encantadoras casitas… Después de haberlas horneado las dispone con forma de regalo. Y parte feliz, rumbo al orfanato, una madre sin niños, con sabor a mazapán, para unos niños sin madre.

16 enero, 2014

Poder superior

Hace algunas décadas,  las familias median su riqueza por la cantidad de hijos varones, depositarios del apellido de los ancestros.  Los hombres de la casa tenían más posibilidades en todo: educación, trabajo y diversión. Francisca era la primer y única hija de los Barrón, a la que seguían cinco hermanos. Que el varón tuviese ese poder superior era lo que la enervaba. Ella estaba destinada a casarse o en su defecto sería monja. Cualquier otro destino le estaba vedado. Aprendió a tejer, bordar, cocinar y atender a sus hermanos mientras crecían y la superaban en poder, hasta que llegó la guerra. Uno a uno la Patria se los fue tragando, devolviéndoles únicamente una medalla y una carta. El menor de los Barrón, Enrique, fue liberado de dicha obligación para ser el sostén y la continuación de la familia. Pero empobrecidos por la devastación, Enrique enfermó de tuberculosis y por primera vez Francisca descubrió que para ser superior se debe perder algún derecho a cambio. La balanza nunca tiene los platillos equilibrados y un fiel inmóvil. La vida siempre se cobra lo que nos da.